La observación de ballenas es un pasatiempo ancestral.
El ecoturismo dedicado a observar ballenas ha facilitado el contacto cercano de
los humanos con ellas y con los delfines, principalmente con fines educativos y
de conocimiento de la biodiversidad. Las
actividades incluyen desde observaciones casuales de la migración, la
alimentación y el cortejo hasta interacciones desde embarcaciones, avionetas o
a nado en el agua.
La actividad de observar ballenas se inició en 1955
cuando el estadounidense Chuck Chamberland comenzó a llevar turistas en su bote
a observar ballenas grises, cobrándoles un dólar. Pronto esta actividad se expandió
rápidamente en estados unidos y más tarde hacia países vecinos como Canadá y México.
El avistaje comercial de cetáceos se realiza actualmente en muchos países. En Centroamérica,
esta actividad comenzó a principios de 1990 y las especies que más se
observaron fueron el Delfín hocico de botella, el delfín común y varias
especies de delfines manchados.
Algunos estudios señalan que esta actividad se lleva a cabo sin la
adecuada regulación y está causando alteraciones en los patrones de
comportamiento de algunas especies. Se han realizado algunos estudios para
evaluar el impacto que tiene la presencia de botes y otras embarcaciones,
helicópteros, avionetas, etc y los resultados apuntan a consecuencias a corto
plazo, como el aumento en la velocidad de nado en los cetáceos y huir de los
lugares de alimentación, lo cual afecta su comportamiento de buceo. Los efectos
a largo plazo no se conocen aun. Es necesario llevar a cabo estudios detallados
sobre comportamiento, supervivencia, reproducción y movimientos, para
determinar si el tránsito de las distintas embarcaciones tiene un impacto
significativo en las poblaciones de cetáceos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario